CERTÁMENES DE POESÍA

Con motivo del día del libro, que en mi tierra se celebra el día de San Jorge, 23 de abril, en el colegio se organizaba un certamen de poesía. Cada alumno tenía que escribir una, con un número mínimo de versos y sobre un tema concreto, que cambiaba cada año: la paz, el padre, la madre, la familia, la amistad, y luego se repetía el ciclo. Contaba para la nota final, y valía tanto como un examen: pésima solución, si lo que se quería era que escribiéramos buenas poesías; así se lograba que la mayoría lo hicieran de mala gana, solo porque era obligatorio, mientras algunos la copiaban de algún lado y solo muy pocos ponían esfuerzo en hacerlo bien. Pero para que salga un buen poema, no basta el esfuerzo: también se necesita echarle pasión, y eso no se consigue haciendo que cuente para la evaluación.

En cualquier caso, la primera, que escribí -creo- en primero de BUP, me costó un esfuerzo tremendo solo escribirla, y no me quedaron fuerzas ni ánimos para intentar que tuviera un mínimo de gracia. De ella no recuerdo ni un solo verso. La segunda me pilló cansado, y le pedí a un amigo mío adulto que me la escribiera. Me pusieron un nueve, imagino que sospechando que no era mía, y me quedó cierto remordimiento. Al año siguiente volví a intentarlo por mí mismo; algo de pasión le puse, y también no poco esfuerzo. Por eso me acuerdo un poco de cómo era, de la idea general. Y al acordarme me da vergüenza: era malísima.

Como entonces me parecía buena porque yo no tenía ni idea, se la enseñé a mi abuelo. Él era una eminencia, y una autoridad en la familia en esta materia, porque de joven había escrito obras de teatro en verso, e incluso se habían representado en público. “Mira, abuelo” le dije, “he escrito un soneto”. Yo me creía muy en serio lo que estaba diciendo, pero lo primero que me dijo después de echarle un vistazo fue: “Esto no es un soneto: no son endecasílabos, y las rimas del soneto no van en este orden”. A veces era un poco brusco, y valoraba mucho las cuestiones formales de la poesía; por eso no le gustaba nada el verso libre, sin rima, con ritmo inconstante, etcétera. Pero además tenía razón: un soneto es un soneto, y otra cosa es otra cosa. Y mi poesía no era un soneto, y era malísima.

Pero al menos había descubierto que tenía que basarme en una idea. La cuarta salió mejor: esfuerzo, pasión, una idea y una verdadera estructura métrica. Ya hablaré sobre ella más adelante porque, para que yo pudiera conseguir ese resultado, habían tenido que pasar unas cuantas cosas que merece la pena contar.

Un comentario sobre "CERTÁMENES DE POESÍA"

  1. jaja Jose! tienes razon, las haciamos con pasion, nos parecian buenisimas, pero tras releerlas al cabo de los años uno se da cuenta de que eran realmente malas! jaja

    un abrazo!

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